Sola

Hace unas semanas, charlando con un amigo me recordó una de las historias que ésta mujer recientemente fallecida nos relatara, hoy hago el ejercicio de escribirla y aunque no es la intención crear el obituario de nuestra gente creo que sí vale la pena escribirla para que por lo menos a mí no se me vaya a olvidar.

El día que Sola, mientras fumaba tabaco, nos contó sobre la condena que pagó por un delito no le creíamos, aunque a sus 103 serían muchos los relatos que tendría por compartir, pero sólo imaginaríamos de ella historias tiernas, viejos romances o trasegares políticos.  A lo mejor muchos estarán esperando que de ella cuente esas cosas o cómo vio transcurrir la historia de nuestro pueblo, o cómo era la vida provincial en su juventud, pero no, hoy contaré otra historia que me ha parecido muy curiosa y esos relatos históricos, familiares o sociales seguirán guardados por el momento.  Recordaremos la historia que mientras nos hablaba llegamos a pensar que no sería más que una fantasía senil, pues difícil es imaginar a una frágil abuela en una cárcel, pero a pesar de ser difícil de creer, su historia era real, los detalles y coherencia terminaron por convencernos.  Efectivamente ésta longeva mujer tenía su prontuario bien guardado.

Sigue fumando tranquilamente su tabaco sentada en la Rimax y recordando con picardía la ocasión en que se dejó llevar por su espíritu rebelde y negociante, o a lo mejor por la necesidad, y decidió infringir la ley con la seguridad de que no sería descubierta en el hecho, pero sus precauciones habrían de fallar pues tuvo que afrontar delicados problemas con la justicia.  Mira su tabaco casi apagado, se calla un instante como reviviendo el momento, da una aspirada y luego suelta una íntima sonrisa de picardía como gozando de su juvenil travesura.  Pacientemente esperamos que nos termine la historia, mientras admiramos su gran memoria para ciertos detalles y nombres de hace más de sesenta años, pues paradójicamente Jesusa, -la hija traviesa que la acompaña- vagamente recuerda la rutina del día anterior.  El Alcalde y sus ayudantes habían montado el operativo y nos lista esos nombres y sus cargos públicos con gran precisión.  La captura, el interrogatorio, la presentación de pruebas, la deficiente defensa o mejor dicho, la aceptación de cargos duró poco tiempo y la inevitable condena tenía que ser cumplida.  El cargo era grave, mucho más para una mujer, pero parece ser que su condición fue considerada con benevolencia y sólo fue condenada a unos pocos meses de prisión domiciliaria por cultivar y traficar tabaco, cultivo considerado contrabando por aquellos días.

Sola relataba ésta historia como si fuera la protagonista de una gran película de acción, bien contada como sólo los abuelos saben hacerlo.

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3 comentarios en “Sola

  1. Antonio he disfrutado tus recortes llenos de calidez,sensibilidad y lo más significativo no dejar que nuestros muertos,se olviden.Gracias!!!?

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  2. Me quede sin saber toda la historia de cuando el cultivo del tabaco era una acción ilegal en Colombia y era controlado por las llamadas Rentas que tenían una policía para buscarlos.Recuerdo que mi papá tuvo de estos cultivos y su comercialización se hacia en las noches de forma clandestina, me acuerdo del Caney donde se secaba el tabaco y de la forma en que se iban apilando las hojas en sus diferentes tamaños, siendo de mejor comercialización las de mayor tamaño y las otras eran para la picadura.Recuerdo las dobladoras de tabaco en sus piernas.y como no acordarme de los arrieros con sus cargas escondidas y sus carrieles con un bolsillo para los tabacos de uso en el día
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