La piedra de machacar

3En las casas de antes había una cantidad de objetos extraños que ya no existen, o mejor dicho, ya no se usan o fueron reemplazados por otros más modernos. Unos de ellos eran fabricados artesanalmente, otros eran reutilizados, otros tantos eran elaborados con objetos de reciclaje mientras que a otros se les adjudicaba usos poco usuales y diferentes de los que habían sido destinados inicialmente y a los que nuestra imaginación difícilmente puede llegar. Para la muestra pensemos en la tusa de maíz, un desperdicio agrícola que hasta como corcho para tapar botellas se ha usado y eso sin considerar un uso escatológico del que no tengo evidencias y al que no voy a hacer más referencias.

Ya he dicho que unos objetos eran fabricados y otros reciclados o reutilizados, pero el de nuestro interés en éste momento era recogido, pero aunque parezca sencillo, conseguir la piedra para la cocina no era tarea para cualquiera, pues ésta pieza debía cumplir ciertos requisitos fundamentales: que aguantara fuertes impactos, que fuera ergonómica, que fuera suave al tacto, que no tuviera filos, entre otros cuantos, pero para describirlo más sencillo, bastaba con que fuera redondeada y cupiera en la mano, eso sí, debía ser roca fina. Después de un breve lavado con cepillo ya se tenía lista la piedra de la cocina, que en ocasiones, servía hasta para pegar clavos a falta de martillo. En éste momento algunos se preguntarán para qué servía una piedra en una cocina. Pues muy sencillo, en las cocinas de campo muchas veces no existía el mazo y de sus funciones se encargaba la piedra. Hasta épocas recientes recuerdo una de esas piedras en mi casa y la cantidad de usos tan diversos que en algún momento le dimos.

Entre sus usos principales estaba el de machacar la carne, sí, machacar carne, aunque suene raro. Este procedimiento se realizaba con la carne cruda, justo antes de fritarse. Imagino que la economía familiar se ayudaba de éste método para poder consumir la carne más dura de la res, pero además este sencillo proceso hacía que se tuviera la sensación de estar comiendo una carne mucho más grande. Lo que sí es imposible de repetir con otro proceso es el delicioso sabor y textura al deshacerse en la boca junto con un buen pedazo de arepa.

Quien se anime lo invito a mi casa y preparamos una carne machacada -aunque ninguna norma culinaria lo mencione entre sus métodos- para que sepa de las delicias uno se va perdiendo por modernizarse y sólo comer carne magra.

La piedra también se usaba para aplastar los patacones, ahora se usan planchas, moldes y otros instrumentos especializados; se usaba así mismo para partir el hielo, para sacarle el tuétano a los huesos, abrir corozos y en algunas reparaciones menores en las que fuera necesario un objeto contundente, de lo que no estábamos exentos era de esos terribles machacones y ni que decir de los momentos en que ofuscábamos a la mamá cuando ese objeto contundente estaba cerca y se usaba para intentar educarnos, aunque esa amenaza nunca paso de una inocente advertencia y sólo en momentos de buen humor.

p.d. La foto real se las quedo debiendo.

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